Han transcurrido trece años desde que la Escuela Caracol abrió sus puertas e inició clases.
Empezó con alrededor de siete estudiantes con algunos maestros atendiendo las clases del kinder y primaria, era una oficina, dos salones de clases, una cocina y mucho espacio verde para la recreación de los estudiantes.
Con el paso del tiempo fueron integrandose más estudiantes locales y extranjeros y fueron creciendo los salones de clases y el personal, se redujo el espacio verde pero era aun sufieciente para ver a los niños y niñas correr entre todo ese espacio donde tienen y sienten esa libertad que necesitan, escalar las piedras y saltar desde ellas y aterrizar en el sendero de piedra colocada con precisión o a la grama bien cuidada, subirse a los árboles de jocotes, mango, limón, nuez, para jugar imaginando que es un cayuco, lancha, casa o una nave espacial o simplemente para leer. Mientras en la cancha de tierra y piedritas juegan volleibol, quemado, fútbol o canicas.
En los salones algunos se quedan terminando la tarea porque quieren aprovechar el tiempo, luego se unen a los juegos con sus amigos sin ponerle tanta atención a lo que sucede en el pueblo, en el país, solo disfrutan ser niños y niñas en este espacio que muchos llaman un «paraíso».
Los maestros y maestras entregados a su labor diaria de enseñar y aprender; saludan, cantan, ríen, a veces lloran, saltan, juegan, corrigen, ayudan y acompañan a sus estudiantes en cada etapa de su desarrollo como seres humanos.
Hoy, hay salones para atender a cada grado; dos clases de kinder, seis salones para la primaria, esto es gracias al apoyo de personas que creen y apoyan a la educación como una herramienta para el desarrollo integral, no solo de un niño o niña sino de un pueblo, un país, de la humanidad entera.
A inicios de este año se matricularon noventa y dos estudiantes. El año pasado tuvimos a cien estudiantes, algunos estuvieron por corta estadía. Seguramente el próximo año atenderemos a más.
Hemos pasado por momentos grises, que poco a poco se han ido aclarando, como cuando pasa una tormenta, deja secuelas, se aleja y reaparece el sol, continuando con nuestra labor.
Deseamos seguir afianzando el kinder y la primaria como base en la educación de nuestros niños durante los siguientes años, esperando que en un futuro cercano podamos seguir atendiendolos en la secundaria, pero debemos dar cada paso con mucha seguridad.
Muchas personas han dejado su contribución a esta escuela y muchos lo siguen haciendo, niños, niñas, padres, madres, maestros, maestras, fundadores, donantes, mentores, voluntarios, visitantes que muchos se han convertido en amigos y amigas. Y esto hace que sea más que solo una escuela, un hogar.
Vendrán otros años, otros días grises y días soleados y la Escuela Caracol seguirá con su misión de educar hacia la libertad, con muchos o pocos recursos siempre se podrá hacer y lograr algo, a veces es cuestión de adaptación, austeridad, pero es más alentador si los que lo conforman continuan con su aporte desde donde están, con oraciones, contribuciones, donaciones, patrocinios, mentoría, sobre todo tener a la escuela en sus corazones y pensamientos, sentir que algo nos une y algo nos unirá.
Pronto regresaremos a nuestra escuela y veremos esas sonrisas que hacen que todo valga la pena y que son alimento de nuestra alma, una verdadera felicidad.
Enrique Pérez.
Administrative Coordinator.
Escuela Caracol