El mundo entero se encuentra atravesando una serie de circunstancias totalmente imprevistas a causa de la pandemia por COVID19, ninguna de las generaciones actuales había vivido una situación parecida a esta que ha obligado al mundo a parar y a reformular y reinventar muchas de las prácticas que dábamos por seguras e inamovibles, nos encontramos ante la incertidumbre de lo que nos trae el futuro, y por supuesto en la educación esto también ha generado una serie de situaciones nuevas, siendo la más común el traslado de las aulas a las plataformas digitales, la asignación a grandes montos de tareas y el cumplimiento de rutinas que mantengan a los niños bajo una estructura parecida a la que se tenía en la antigua normalidad, pero ¿es esto lo más adecuado para los más pequeños?  Realmente no sabremos las consecuencias de estas medidas hasta que los efectos empiecen a aparecer, pero algunos de estos son  ya evidentes. 

Si el mundo entero, la economía, la vida social, laboral, familiar y emocional de los adultos ha dado un giro violento no podemos pensar que no está pasando lo mismo con los más pequeños, ellos al igual que los adultos se encuentran viviendo un momento totalmente atípico, ellos no están exentos de la situación mundial y el error seria intentar mantenerles bajo un estándar de trabajo igual o más riguroso que el que ya existía, claro, para nuestra pedagogía tienen especial importancia los ritmos en el día y darle al niño un inhalar y exhalar, una respiración saludable, la cual será ahora brindada por sus propios padres y madres.

Nuestra forma de trabajar nunca había contemplado adecuar tecnología a la formación de los niños, sin embargo, esta situación nos ha llevado a adoptar formas que antes no encontramos adecuadas, por  medio de algunas plataformas, que los niños tengan la oportunidad de escuchar de voz de su maestro las narraciones acordes. empieza a ser el regalo más preciado. 

El trabajo de primera mano de cada uno de los maestros de Escuela Caracol ha llegado a manos de cada uno de sus alumnos en el lago de Atitlán, pues aún confiamos y creemos en que la relación debe ser una relación viva, por lo que cada maestro sigue encontrando las vías de llegar a sus alumnos creando sus materiales, creando lo que es adecuado para cada uno de los niños, y manteniendo conexiones que buscan ser más que simples contenidos educativos, buscan mantener viva en el niño la imagen de su autoridad amada, de su escuela que es su comunidad, de la belleza en el hacer, en el pensar y en el sentir. 

Pensaría que el trabajo a distancia para un maestro Waldorf está siendo un gran reto, pero por otro lado una reafirmación del trabajo que este ha venido haciendo a lo largo del trayecto con sus alumnos, personalmente tengo entera seguridad de que mis alumnos esperan y trabajan con la misma dedicación que ponían en clase, que tienen una manera tan sólida de pensar libremente, crear libremente, que realmente continúan trabajando aún solos, bajo el eco del trabajo que hemos forjado en la escuela con tanto amor, ya sea los más pequeños, con ejercicios y dibujos de formas hasta los mayores quienes ya empiezan a recibir contenidos académicos con tanta ansia. 

Esta situación pone en evidencia muchas de las cosas que debemos mejorar como humanidad, pero también reafirma mucho del buen trabajo que teníamos, aunque nunca dejamos de lado el forjar académicamente a nuestros niños, nunca fue esta la única prioridad, siempre mantuvimos la idea firme de alimentar al niño en otras esferas, humanas, emocionales, tanto padres, madres como maestros hemos acordado esto, y es precisamente lo que buscamos en la crisis hoy, pues nuestros niños no recordarán de esta pandemia cuanta tarea hicieron, más bien recordarán la relación que mantuvieron con su maestro y las ansias fuertes de volver a la escuela y claro las cosas que aprendieron en casa para la vida. 

A la distancia, cada maestro sigue en el niño como una imagen sólida, una orilla a la que aferrarse, a la cual volver, pues hemos mantenido una relación viva y muy real, a pesar de la virtualidad. 

 

Carmen María Alvarado Benítez
Maestra del sexto grado
Escuela Caracol