Perfil de donante: familia DeVoe-Talluto
Nuestra escuela cuenta con el generoso apoyo de muchos donantes que viven en diferentes lugares del mundo. Algunos donantes hacen una contribución monetaria una vez al año -nuestra campaña de recaudación anual se acerca de nuevo este mes de noviembre-, y otros aportan mensualmente para apoyar la educación continua de nuestras hermosas y hermosos estudiantes. Tenemos la suerte de tener una red de apoyo fuerte y leal. Hoy les presentamos el perfil una de nuestras familias donantes de mayor antigüedad, la familia DeVoe-Talluto de Vermont, que tuvo una experiencia que cambió sus vidas cuando en 2008 se mudaron a San Marcos para pasar un año sabático.
Escuela Caracol: Has mencionado que mientras que Vermont es tu casa, un pedazo de tu corazón ha permanecido en Guatemala desde tu primera visita a la Escuela Caracol en 2008 Háblanos de tu conexión con la escuela.
Kristin DeVoe-Talluto: Mi marido y yo viajamos extensamente antes de tener hijos y nos encontramos con algunas familias increíbles que viajaban con sus hijos. Nos dijimos a nosotros mismos que cuando tuviéramos niños, haríamos una especie de aventura en el extranjero con ellos.
Diez años más tarde y con 3 hijos, estábamos listos para partir, pero no estábamos seguros de donde queríamos ir. Por casualidad descubrimos Escuela Caracol, y a pesar de que nuestros hijos nunca asistieron previamente a una escuela Waldorf, que nunca habían estado en Centroamérica y que no hablaban español, sabíamos que esta era la aventura que queríamos para nuestra familia.
Escuela Caracol tenía sólo dos años de edad cuando llegamos en 2008; había dos aulas al aire libre, un pequeño equipo de personal local e internacional, y 26 estudiantes (incluyendo a mi hijo de tres) en los grados de preprimaria a segundo. Nos dieron una cálida bienvenida a la comunidad Caracol, y la escuela nos encantó tanto que ampliamos nuestra estancia a un año sabático. Originalmente habíamos planeado quedarnos por seis meses, pero terminamos viviendo en San Marcos durante casi un año.
¿Cuál fue ese año como para su familia?
Fue realmente un regalo. Experimentar el poder de la Escuela Caracol y la belleza del Lago Atitlán a diario fue muy inspirador. A causa de nuestro tiempo en la Escuela Caracol, desarrollamos un profundo conocimiento y reconocimiento de la educación Waldorf y fruto de ellos inscribimos a nuestros hijos en la Escuela Waldorf Lake Champlain en Vermont cuando regresamos a los Estados Unidos.
Durante años, hemos soñado con volver a Escuela Caracol, y, finalmente, en febrero pasado fuimos capaces de volver en calidad de visitantes y voluntarios. Nos quedamos maravillados por cómo la Escuela Caracol ha crecido y madurado, y sin embargo, los estudiantes, maestras y maestros, el personal y las madres y padres mantienen el mismo compromiso, alegría y visión que define la comunidad educativa.
Usted ha sido donante desde la primera vez que conectó con la escuela en 2008 ¿Por qué sigue apoyando a Escuela Caracol?
Mi familia decidió hace cinco años priorizar el apoyo a la Escuela Caracol. Donamos intencionalmente al fondo operativo, porque tenemos la confianza de que nuestros regalos serán utilizados estratégicamente y con mucho mimo. También sabemos que nuestras contribuciones tendrán un enorme impacto a nivel individual y, por extensión, en toda la comunidad. Además de la donación de nuestra familia, mis hijas recaudan fondos para Caracol cada verano. Apoyar a Escuela Caracol es nuestra manera de afirmar lo que es bueno, hermoso y auténtico para el mundo. ¡Es el cheque qué más me gusta emitir!
¿Por qué esa pasión y compromiso con la Escuela Caracol?
Veo Escuela Caracol como un faro para la paz y la unidad en un pueblo que experimenta una intensa pobreza y enormes divisiones entre las comunidades indígenas y los turistas. La capacidad de Escuela Caracol de integrar la educación en una de manera que honre a los indígenas mayas, así como a los niños provenientes de familias norteamericanas, europeas y latinoamericanas habla de la creatividad del personal y la integridad y universalidad de la educación Waldorf.
Si alguna vez has estado en Escuela Caracol o visto fotos, sabrás que es un lugar increíblemente hermoso, a pesar de que hace tan solo ocho años era una idea y un pedazo de tierra rocosa. Para mí, Escuela Caracol es un exquisito recordatorio del potencial existente en cada uno de nosotros, sin importar nuestro origen, nuestro idioma, o nuestras posibilidades económicas. Sinceramente, creo que la escuela sirve no sólo a los niños y familias de San Marcos, sino también a aquellos de nosotros en todo el mundo que anhelamos modelos visionarios, esperanzadores y basados en el amor.
Aprendamos a transformar nuestras propias comunidades practicando lo que Escuela Caracol hace tan bellamente: ver a cada persona por lo que es y lo que puede llegar a ser.