Crónica de nuestra aventura: de camping en Atitlan Organics, Tzununá
Todo comenzó hace 2 meses aproximadamente, tiempo en que el grupo terminó su bloque de Oficios y Construcción de una casita para conejos. Fue en ese momento que sentí el deseo de llevarlos a tener una aventura fuera de la escuela, ya que habían demostrado su madurez y su unión. Esperaron con mucha ansiedad, contaron los días, prepararon canciones y sorpresas, y por fin el gran día llegó.
Eran las 8:15am del 17 de abril de 2015 cuando poco a poco fueron apareciendo niños y niñas, cargados de sus equipajes y comida; era tanta la emoción que ni la lluvia podría detener este añorado momento. Para la mayoría de la clase era la primera ocasión de dejar su casa y esto era definitivamente un gran paso de confianza y unión para el grupo. Después de almorzar el grupo estaba listo para partir junto a los maestros Ervin y Gloria Elena; hubo mamás que llegaron a despedirse con lágrimas de alegría. La caravana llamó la atención de todos en la escuela, ya que el mercadito de cada mes se encontraba en plena acción.
Subimos al pick up que nos llevaría con todo el equipaje; entre carpas y comida parecía que fuéramos a estar lejos por una semana. Cuando el transporte partió, instantáneamente hubo gritos de emoción, todos comenzaron a cantar un popurrí de canciones que hemos aprendido juntos en clase (hasta cantaron en canon). Al llegar, nos esperaban Juan y Nicolás, trabajadores de la granja que nos acompañaron y ayudaron a preparar nuestro hogar. De un lado, cerca del río y los cultivos orgánicos, todos los hombres junto al Profesor Ervin prepararon su “palacio”, quedamos sorprendidos al ver lo grande y bella que era su carpa, ellos se sentían orgullosos y felices. Del otro lado, más cerca de la casa, las cabras y gallinas, las mujeres preparamos nuestras tres carpitas, en una Gloria Elena, Adriana y Lidia; en la del medio (para poder escuchar todo lo que pasara…) estábamos Yensy, Faviola y yo; y en la más grande, el resto de las mujeres.
Cuando todo estuvo listo nos reunimos con Juan y Nicolás para saber cuáles eran nuestros trabajos en la granja. Estos fueron: recolectar huevos, trasplantar brotes de lechuga a las camas y, el que más disfrutaron todos, cuidar a las cabritas y ordeñarlas. Al finalizar, estábamos listos para comer. La clase de tercero, la maestra Gloria Elena y yo preparamos la cena, comimos huevos, frijoles, plátanos fritos, pasta, tortillas, queso, aguacate, pan… y mientras esto sucedía, el Profesor Ervin y la clase de cuarto prepararon con leña el lugar para nuestra tan esperada fogata y “Noche de Talentos”. La cena fue hermosa, todos se sentaron juntos y conversaban mientras que comían. Quedamos repletos.
A eso de las 7:30pm, con linterna en mano, caminamos hacia el lugar de la fogata. A ésta se nos unieron Shad y Colleen. Esta bella pareja son los propietarios de Atitlan Organics, y Colleen es a su vez maestra de kínder en Escuela Caracol. El fuego se encendió rápidamente así como nuestros corazones. Zoe y Zoila cantaron una bella canción escrita para esta ocasión. Román y Gadiel contaron un chiste y también cantaron junto a Jonatan que interpretaba hermosamente la guitarra. Clara también cantó una canción a capella. Todos aplaudían emocionados. Llegó el turno de la maestra Gloria Elena quien interpretó una hermosa melodía mientras Jonatan tocaba la guitarra. Kali también tuvo un turno con la guitarra y Giulio nos dio una bella sorpresa interpretando tres bellas melodías con la flauta travesera. Hubo risas y mucha alegría cuando comimos “angelitos” (marshmellows). Cuando nos disponíamos hacer elevar un globo con fuego comenzó a llover. Justo a tiempo para ir a dormir… o intentarlo, porque había todavía mucho que platicar y hacer en cada carpa. Los hombres se dedicaron a contar historias de miedo y las mujeres a cantar de carpa en carpa y a contar historias. No estoy segura en realidad a qué hora logramos dormir, pero esto también es parte de la aventura.
Las primeras en despertar fuimos la Maestra Gloria Elena y yo, y poco a poco fueron apareciendo todas las niñas. Todas comentando como roncaba la una o la otra, o ruidos y situaciones que pasaron durante la noche. Los hombres por su lado también fueron despertando muy felices.
La clase de cuarto tuvo su turno de preparar el desayuno, hicieron huevos con queso, frijoles, fruta, pan, tortillas. Comimos y mientras llegaba la hora de regresar jugaron a las escondidas. Al despedirnos de Colleen y la granja, hicimos una ronda y cantamos la canción de la amistad. Todos comentaban que querían quedarse por más tiempo. Fue una bella experiencia.
El viaje de regreso también estuvo acompañado por canciones y alegría. Pero no había terminado aún la emoción ya que al llegar a la escuela, los padres y madres esperaban con una bienvenida muy especial a la clase. Entre aplausos y abrazos entramos a la clase, el pizarrón estaba adornado con las palabras “Bienvenidos” y los nombres de todos; en cada mesa un delicioso cóctel de fruta, arroz con leche y pan de elote hecho en casa. Hubo palabras de bienvenida por el papá de Román, el cual me invitó a compartir algo sobre nuestra aventura, y comimos mientras comentábamos sobre nuestro hermoso campamento.
Este tipo de actividades ayudan mucho a incentivar la unión y el compañerismo. Otorgan valor y confianza a los niños. Refuerzan su amor y confianza hacia la autoridad. Vencen miedos que suelen tener durante la noche. Y en general es una experiencia de muchísimo aprendizaje llena de valores, de alegría y solidaridad.
- Escrito por la maestra Andrea Arrivillaga
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